22 de marzo de 2011

¿Quién sabe?

 

Mi amiga Pú me lo intentó hacer entender con un celuar y una moneda, sobre la mesa. Pero sigo sin entenderlo.

¿Alguien me puede explicar por qué cuando llego a casa encuentro el dobladillo de la botamanga de mi jean lleno de piedritas? A veces me saco rocas tan grandes que no lo puedo creer. ¿Cómo llegan las piedritas del camino a guardarse ahí dentro, tan escurridizamente? ¿Me pasa sólo a mí porque camino como un chueco o le pasa a alguien más? Y lo más importante: ¿hay manera de evitarlo?

 

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1 comentario:

  1. Bueno, pensá que en una de esas, algún día, encontrás entre esas piedritas una monedita de diez centavos.

    Y todo habrá valido la pena.

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