Mi amiga Pú me lo intentó hacer entender con un celuar y una moneda, sobre la mesa. Pero sigo sin entenderlo.
¿Alguien me puede explicar por qué cuando llego a casa encuentro el dobladillo de la botamanga de mi jean lleno de piedritas? A veces me saco rocas tan grandes que no lo puedo creer. ¿Cómo llegan las piedritas del camino a guardarse ahí dentro, tan escurridizamente? ¿Me pasa sólo a mí porque camino como un chueco o le pasa a alguien más? Y lo más importante: ¿hay manera de evitarlo?
Bueno, pensá que en una de esas, algún día, encontrás entre esas piedritas una monedita de diez centavos.
ResponderEliminarY todo habrá valido la pena.